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jueves, 21 de marzo de 2013

La docencia universitaria como una experiencia de aprendizaje colectivo.

Impartir clases en la universidad es una alternativa que exige un gran esfuerzo e inspiración para compartir lo mejor de uno mismo como persona y profesional, pero es también un mundo apasionante del conocimiento en donde se entremezclan sueños y aspiraciones de la juventud los cuales amasan día a día sus anhelos para alcanzar ser profesionales y así contribuir a su desarrollo personal y el de nuestra patria pequeña como la bautizo nuestro ilustre Ruben Darío.

Desde el año pasado he empezado a aprender y descubrir el mundo de la educación universitaria, pasando por aprender lo que es un programa, un syllabus, una unidad didáctica, un proyecto de examen, las metodologías de enseñanza aprendizaje en la universidad, las metodologías de evaluación y obviamente afirmando los conocimientos teóricos o prácticos de las materias que me han tocado compartir como por ejemplo: Teoría Monetaria, Macroeconomía, Salud Mental, Bases Biológicas de la conducta, entre otras. La experiencia es fascinante porque me permite compartir y aprender mucho de la juventud, al punto que a veces siento que tengo la oportunidad de aprender más de ellos, que lo que ellos podrían aprender de mí. Parece que en estas experiencias si es muy aplicable la filosofía de Marco Tulio Cicerón: "Si quieres aprender, Enseña".

El año pasado el Dr. Carlos Tunnermann escribió en el Nuevo Diario un artículo en el que resumía una propuesta de los Diez Mandamientos del Docente Universitario, mientras leía este artículo empezaba por casualidad ha realizar estas experiencias docentes y me autoevaluaba críticamente si estaba integrando esos elementos, de tal manera que esas referencias me pudieran orientar acerca de la realización de un buen desempeño en esa área y que todos aprendamos a aprender.

Ahora con las nuevas tendencias la educación virtual es una opción y forma de aprendizaje que se acopla al tiempo y necesidad del binomio estudiante - maestro. No obstante el vínculo con la persona siempre es y seguirá siendo siempre necesario para una mejor formación de la calidad humana, puesto que en ella esta la base de la comunicación y el buen vivir de nuestra sociedad.

Con este pequeño artículo, quiero agradecer a todos mis maestros en todos los niveles de formación y a todos las y los jóvenes con los que he compartido en este corto tiempo y además me han dado sus recomendaciones para mejorar. Me gustaría continuar haciendo el trabajo de docencia alternativamente para no perder esa riqueza de compartir con los futuros profesionales de nuestra región y aportar un granito de arena en su crecimiento. Espero poder hacerlo, siempre que sienta el deseo y la motivación de querer contribuir integralmente, porque sin ella no tendría sentido.

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